
BoraBora Swimwear reafirma su compromiso con la moda sustentable
Borabora Swimwear, la marca nacional reconocida por su diseño innovador y el uso de materiales responsables como ECONYL® (nylon creado
Desde la elegante San Petersburgo a las largas noches santiaguinas, María Lozovskaya ha trazado un camino que mezcla idiomas, intuición y reinvención. Influencer, profesora, tarotista y ex traductora audiovisual, su historia no encaja en moldes rígidos. Llegó a Chile por amor, pero se quedó por algo más profundo: conexión.
“Soy de San Petersburgo. Llegué a Chile por amor: conocí a un chileno en Europa y desde el primer encuentro hubo una conexión muy fuerte”, recuerda. Tras algunas visitas entre ambos países, decidió mudarse a Santiago. “La convivencia no funcionó como esperábamos, pero para entonces yo ya me sentía bastante integrada”, dice. Tenía amigas rusas y chilenas, y ya comenzaba a construir su camino en redes sociales. “Me gusta mucho Chile. Siempre digo que, en teoría, podría volver a Rusia, pero por ahora no lo siento necesario. Esta etapa de mi vida está aquí”, reflexiona.
Las diferencias culturales no tardaron en aparecer, aunque algunas fueron sorpresivamente agradables. “Una diferencia que me encanta: acá los hombres cocinan más. Participan más en las tareas del hogar, se preocupan por los detalles. Me encanta”, comenta. Otra costumbre que le llamó la atención fue el ritmo nocturno de los chilenos: “En Rusia cenamos a las siete, y a las diez estamos en pijama. Pero en Chile, si te invitan a cenar a las nueve… significa que vas a comer a las diez y media y volver a tu casa con los pájaros cantando”, comenta riendo.
Su vida laboral también ha sido un ejercicio de equilibrio creativo. “Con dificultad… pero con flow”, cuando se le pregunta cómo compatibiliza ser influencer y profesora. Aunque sigue dando clases de alemán e inglés, poco a poco ha dejado las traducciones. “Trabajo a mi ritmo, pero igual me exijo. Porque ser productiva no es lo mismo que estar ocupada todo el día”, reflexiona. Además, suma otra dimensión a su rutina: el tarot. “Me fascina. Me ayuda a conectar con otras personas y muchas veces con sus partes más profundas. En estos tiempos no basta con tener una sola profesión. Somos una generación multitarea, y lo hacemos bien. El mundo cambió, y nosotras con él”.
Su formación en Rusia fue rigurosa: estudió pedagogía y traducción, enseñó en colegios y universidades, y luego obtuvo una beca Erasmus para estudiar en Viena. “Escribí mi tesis sobre Martín Lutero”, recuerda. Más tarde trabajó traduciendo series y películas, una experiencia que la llevó incluso a estudios de grabación. “Iba a escuchar a los actores para entender cómo adaptar mejor los diálogos. Fue fascinante”. Pero algo le hizo cambiar el rumbo: “Me enamoré del contacto más humano que ofrecen las redes”.
Adaptarse a la cultura chilena no fue inmediato, pero tampoco imposible. “Lo más difícil fue el cambio de horarios, venir de una cultura más diurna y llegar a una que celebra la noche”, comenta. Sin embargo, encontró un punto de afinidad emocional inesperado: las mujeres chilenas. “Son cálidas, fuertes, multifacéticas. Hay algo que compartimos: una mezcla de fuerza y sensibilidad. No es casualidad que a las rusas nos llamen ‘latinas del invierno’. Entre nosotras hay una conexión muy natural, como si habláramos un mismo idioma emocional”, finaliza.
Si quieren conocerla mejor, visiten sus redes sociales:
Instagram: @maria__maestra
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