FRANZ ACHELIAS ÁLVAREZ: Negocios, diseño y resiliencia

En un entorno laboral cada vez más competitivo, donde las oportunidades parecen reservadas para unos pocos, emprender se convierte en una apuesta arriesgada, pero también en una posibilidad de reinvención. Franz André Achelias, diseñador digital publicitario, lo sabe bien. Desde sus primeros pasos entendió que crear su propio camino no solo era una decisión profesional, sino un desafío personal que pondría a prueba su disciplina, su creatividad y, sobre todo, su capacidad de resiliencia.

“Emprender es una decisión valiente”, dice, recordando los primeros años en los que todo parecía incierto. No se trata solo de levantar un negocio o diseñar estrategias, sino de mantener la convicción incluso cuando el panorama se vuelve adverso. Para él, la verdadera clave está en la constancia y en la mirada con que se enfrentan los desafíos. “Cada obstáculo trae una enseñanza, y cada pequeño avance nos acerca a lo que soñamos alcanzar”, agrega con serenidad.

Franz aprendió a comprender que el emprendimiento no es un camino lineal. Hay días de logros y también de silencios, de dudas, de replantearse todo. Pero, según él, justamente allí radica la esencia del crecimiento: en levantarse una y otra vez, en aprender a mirar los tropiezos como parte natural del proceso.

En su relato, no hay espacio para idealizaciones. Franz ha vivido momentos difíciles, de esos que hacen tambalear incluso las mejores intenciones. “Hubo un año en que pasamos meses sin recibir sueldo. Lo poco que entraba iba directo al arriendo de la oficina. Fue duro, no solo por la falta de dinero, sino por la frustración de no ver resultados inmediatos”. Aquella etapa lo enfrentó a una de las preguntas más complejas que un emprendedor puede hacerse: seguir o desistir. “Pensamos en cerrar, pero fue ahí cuando entendí la importancia de las personas que te rodean. Uno de mis socios, Ricardo Rojas, me dio el impulso para continuar. Su confianza me recordó que no estábamos equivocados, que solo debíamos resistir”.

Ese episodio marcó un antes y un después. Aprendió que un proyecto no sobrevive sólo por la idea, sino por la energía del equipo, por la confianza compartida. “Sin el apoyo de quienes te acompañan, es difícil continuar. El equipo es lo que mantiene vivo el proyecto”, dice.

Desde esa experiencia, Franz comenzó a valorar la creación de comunidad como un elemento esencial del crecimiento. “No se trata solo de tener colegas, sino de construir relaciones humanas genuinas, basadas en la confianza y la colaboración. Cuando todos vibran en la misma frecuencia, los logros dejan de ser individuales y se vuelven colectivos”.

Su visión del diseño también evolucionó con el tiempo. Para él, no es solo una cuestión estética, sino una herramienta estratégica capaz de transformar ideas en negocios reales. “El diseño está en todas partes, pero su verdadero poder surge cuando se combina con una estrategia clara. Lo visual capta la atención, pero la planificación es la que genera resultados”.


Con esa filosofía ha impulsado distintos proyectos, entre ellos el de un cliente dedicado a la gestión de créditos hipotecarios. “Cuando llegó a nosotros ya tenía una marca, pero no estaba aprovechando su potencial. Rediseñamos su identidad visual, definimos una estrategia y construimos su presencia digital desde cero. En pocos meses, comenzó a recibir más prospectos, consolidó su oficina y recuperó la confianza en su negocio.” Ese caso, dice Franz, resume lo que más le apasiona: “Ver crecer a otros con nuestra ayuda, sentir que avanzamos juntos, es el mayor logro que puede tener un emprendedor”.

Detrás del éxito, sin embargo, hay una lucha constante con uno mismo. Franz confiesa que mantener la disciplina y la motivación no siempre es sencillo. “Emprender es un trabajo diario. He tenido altos y bajos, y he aprendido que no se trata solo de cumplir metas profesionales, sino de crecer como persona. Cuando fortaleces tu interior, esa evolución se refleja en todo: en tu trabajo, en tus relaciones y en la manera en que enfrentas los problemas”.

Su motivación más profunda, cuenta, es poder dedicarse a lo que ama: crear, imaginar, transformar ideas en proyectos. Pero lo que más lo impulsa es ver cómo su trabajo ayuda a otros a alcanzar sus metas. “Cuando entiendo que mi esfuerzo también contribuye al crecimiento de quienes confían en mí, todo tiene sentido. Ese es el verdadero propósito”.

Franz está convencido de que rendirse nunca es una opción. “La adversidad puede hacerte pensar que todo está perdido, pero siempre hay una nueva ruta, una salida que no habías considerado.” Habla con la convicción de quien ha estado al borde, pero eligió avanzar. “La fortaleza real nace en esos momentos en que sientes que ya no puedes más y aún así das un paso más. Esa pequeña decisión cambia todo”.

Para él, emprender también implica cuestionarse, salir de la zona de confort y abrirse a lo desconocido. “A veces quedarse quieto es lo más cómodo, pero no lo que te hace crecer. La incomodidad es el punto de partida de los aprendizajes más transformadores”.

En su mensaje final, Franz invita a rodearse de personas que eleven, que sostengan cuando todo parece derrumbarse. “Una palabra de aliento en el momento justo puede encender nuevamente la llama. Porque al final, todo depende de cómo eliges interpretar la vida: si ves los problemas como barreras o como oportunidades”.

Su historia demuestra que la resiliencia no es un rasgo reservado a unos pocos, sino una práctica cotidiana. En un mundo donde el éxito suele mostrarse sin mostrar el costo, Franz apuesta por un discurso honesto, transparente y humano. Emprender —dice— no es una meta, es un camino en constante construcción. Y aunque a veces duela, vale la pena recorrerlo, porque en cada intento, en cada caída y en cada paso, se forja la verdadera fortaleza de seguir adelante.

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 Por Catalina Fuenzalida

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