
Leticia Ortiz: “El humor merece un lugar central en la literatura”.
Con su estilo fresco y su mirada ingeniosa sobre lo cotidiano, Leticia Ortiz se ha consolidado como una de las
Desde chicos nos enseñaron a cuidar nuestro cuerpo. Un parche curita es pan de cada día para un niño, jugar al doctor, un clásico. Sabemos que es él quien puede sanarnos y que basta con seguir sus indicaciones. Crecimos entendiendo que la prevención es proteger lo tangible.
Pero nadie nos enseñó a cuidar lo invisible. A reconocer cuando el alma duele, a detenernos cuando la tristeza se esconde en una sonrisa o cuando el miedo se traga en silencio. No hubo manuales ni indicaciones claras para prevenir las heridas emocionales. Aprendimos a callar, a resistir, a seguir.
Hoy sabemos que lo que no se dice también enferma. Que un cuerpo cansado muchas veces guarda historias que nunca fueron contadas ni comprendidas. Que la mente, ignorada, puede ser raíz de muchas dolencias físicas y de vínculos que se desgastan sin que sepamos muy bien por qué.
El counseling nace justamente para esto. Es un acompañamiento profesional y humano que ofrece un espacio seguro para hablar de lo que nos pasa, mirarlo desde otra perspectiva y encontrar nuevas formas de avanzar. No se trata de diagnósticos ni etiquetas, sino de escucharnos en profundidad, de recuperar recursos que a veces creemos perdidos, de aprender a prevenir el dolor antes de que pese demasiado.
En mi experiencia, he visto cómo, cuando una persona se permite este espacio, empieza a descubrir calma, claridad y maneras distintas de relacionarse consigo misma y con los demás. Hoy, además de acompañar procesos individuales, estoy ampliando mi práctica hacia pareja y familia, porque creo que en nuestros vínculos se juega gran parte de nuestra felicidad.
Prevenir no es solo evitar la enfermedad: es cultivar relaciones que sostienen, es tratarnos con ternura, es darnos permiso de ser auténticos. Es cuidar la mente y el corazón con la misma dedicación con que cuidamos el cuerpo.
Porque lo invisible también merece ser cuidado. Y cuando lo hacemos, la vida se vuelve más liviana, más clara y más nuestra.
¿Y si te regalaras un rato a la semana solo para ti? Un espacio sin juicios para ordenar lo que sientes, hablar de lo que callas y mirarte con más suavidad. Tal vez ese primer paso sea el inicio de un cuidado distinto: uno que no solo protege lo que se ve, sino también lo que se siente.
Sofía Ricci — Counselor Humanista
Acompañamiento individual y de pareja
www.instagram.com/sofiaricci_counselor

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